XXXIV RUTA DEL VINO DE LAS PIEDRAS
 
 
 

XXXIV RUTA DEL VINO


Después de un largo día (hemos empezado a las 5:30 en la sede del club, cargando material para la ruta), podemos empezar a hacer un balance sosegado y detenido de cómo ha transcurrido la XXXIV edición de la Ruta del Vino de las Piedras del 2014.
A pesar del día de calor tremendo que tuvimos el sábado, éste domingo 29 de junio se ha despertado con cierzo moderado y temperaturas frescas (que a las siete de la mañana y con cielos semi-cubiertos, más que frescas eran frías).
Así pues con puntualidad casi suiza y escoltados por los motoristas de la Guardia Civil, hemos echado a rodar hacia las tierras de Cariñena con el viento lateral soplando como debe de ser en una salida ciclista zaragozana.
Dejando la carretera nacional en Muel, nos hemos ido adentrando en tierras de viñedos y después de coronar el Alto de Ayles, ya en terreno llano, se ha realizado la primera parada técnica de escasos cinco minutos para dar fluidez al poco tráfico que a esas tempranas horas circula por estas carreteras de pavimento infame que hacen todavía más dura la ruta (el cierzo no lo contamos porque es de la familia). Nos acercamos al pueblo de Tosos al pie de rocas con formas caprichosas y empieza el único tramo “competitivo” de la marcha, se trata de la subida (corta pero durísima) al puerto de Santa Barbara de 2,5 km de longitud, con una pendiente media de 7,5% con tramos del 12% , al ganador (por cierto, el mismo del año pasado) se le hace entrega de un gran botellón de vino de Cariñena, donado por Grandes Vinos y Viñedos.
Es tiempo de reagrupar y avituallarse, también de ponerse algo de ropa, pues a 754 m de altitud y con el viento, (y la sudada de la subida) la sensación térmica es bastante baja, reanudamos la marcha en dirección a Cariñena por unos toboganes que a unos pocos se les atragantan, pero que con un tacto exquisito la cabeza de la prueba va regulando para que vayan entrando en el descenso los más rezagados.
Aquí empieza para mí modesto punto de vista una de las señas de identidad de la Ruta del Vino de las Piedras, y que no es otra que el duro, y precioso recorrido que une Cariñena y Almonacid pasando por Aguarón y Cosuenda en un típico itinerario que no tiene que envidiar a cualquier clásica de primavera centro europea, carreteras estrechas (más bien caminos), con pavimento en ocasiones en estado un tanto precario (perfectamente señalizado por nuestro compañero Juan Carlos) con durísimas cotas que después de los km. que se llevan encima, hacen que aunque cortas se agarren a las piernas dejándolas muy tocadas, todo ello entre viñedos a izquierda y derecha, para desembocar finalmente en la preciosa Plaza de Almonacid, donde espera el avituallamiento principal entre sus centenarios árboles, y su extraordinaria fuente.

 


Hemos llegado al merecido descanso, y ya con la parte más dura de la prueba superada, (tanto en altimetría como en kilometraje), la temperatura más agradable y las mesas con los porrones de vino bien frescos, y el surtido avituallamiento, es hora de relajarse, hacer fotos, charlar y comentar vicisitudes de la ruta y de la vida general, y es donde cobra de manera totalmente natural la razón de ser de éste tipo de pruebas (desgraciadamente con participaciones que desearíamos mayores pero que no por ello vamos a dejar de creer en su formato), porque estaréis conmigo en que no es lo mismo comerse un bocadillo debajo de la fuente de Almonacid, entre colegas de diferentes clubes, echando unas risas, haciendo fotos, pasándose el porrón de mano en mano, esperando a que Tomas coja el megáfono para decir que nos vamos para Zaragoza, que pillar frutos secos, geles, barritas o lo que sea a puñados, comer a dos carrillos como si te faltara el aire, dejarlo todo lleno de mierda, empujando y siendo empujado, sin soltar alguno la bici por si las moscas, no hablarse ni con el de al lado, y tira para alante que no estamos en el tiempo previsto.
¿Es lo mismo o no es lo mismo?.....Pues eso.
Pues hemos empezado a descender de Almonacid y aunque nuestra intención era de ir a Alfamén, y de allí a Longares, al estar la carretera cortada hemos vuelto a Cariñena y de allí ya en terreno menos dificultoso y con el viento que aunque ha soplado con más fuerza era más favorable, hemos llegado a la última parada al lado de la sede de nuestro eterno patrocinador GARBEL, ha sido una parada breve para reagrupar, hidratar , echar el último bocado, y volverse a fotografiar.
El presi (y su megáfono), ha decido que nos teníamos que ir y obedientemente hemos hecho caso, llegando a Zaragoza a buen ritmo y entrando en la Ciudad Universitaria por la entrada principal de la Pza. San Francisco (lo que no dejado de estar muy bien a mi parecer).
Éste año nos propusimos desde la Junta Directiva intentar ajustar más el tiempo de las paradas y creo que se ha conseguido de forma satisfactoria, intentando que no fueran ni muy largas ni por el contrario hubiera que ir con prisas, logrando junto con el adelanto de media hora en la salida, que la duración final de la marcha no se prolongara más allá de las 14:30, cosa que hemos conseguido con creces (éstas cosas que pueden parecer “menores”, llevan tiempo de reflexión y preparación pero cuando se ven los resultados apetecidos nos parece un tiempo bien empleado).
Así pués como es costumbre se han entregado los trofeos a clubes y participantes y nos hemos despedido de todos con un sensación de haber cumplido el objetivo de haber hecho una cicloturista en la que prima el extraordinario ambiente entre todos los participantes, (ciclistas, voluntarios y organización) afortunadamente sin ningún percance (ni un pinchazo) y las ganas de repetir.



¡GRACIAS A TODOS!

 

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